Los caraduras de la SGAE

Leo en el Diario Vasco un artículo haciéndose eco del enfrentamiento entre SGAE y usuarios de material informático (o sea, tú y yo), en relación con el famoso canon por copia privada que se aplica a medios como CDs y DVDs.

El preclaro Farré afirma (refiriéndose a los fabricantes de soportes de almacenamiento digital), con su acostumbrada hipocresía:

Lo lógico es que compartan una mínima parte de esa ganancia con quienes crean esos contenidos […] ¿Venderían tantos soportes si no se pudieran copiar las obras?

Este es el puñetero argumento de “gracias a la música se venden más CDs vírgenes, por lo tanto los autores deben recibir una parte del pastel”. Dejemos a un lado si dar dinero a la SGAE equivale a darlo a los autores de la música, o si la SGAE realmente representa a los autores españoles (muchos de los cuales no se adhieren a ella), o en qué lugar queda la música CC… Supongamos que SGAE=música (aguantad las risas, es un suponer).

Pues bien, ese argumento seguiría siendo FALSO.

Es falso y bien falso. El mercado libre no funciona de esa manera, querido Farré.

Supongamos que yo vendo coches. Supongamos que vendo 1000 coches este año. Supongamos que el año que viene la compañía X inventa un combustible más barato. Como el combustible es más barato, la gente empieza a comprar más coches, y mis ventas suben a 2000 coches en el 2007. ¿A alguien en su sano juicio se le ocurriría pensar que la compañía X puede pedirme un “canon” por los coches que vendo, alegando que “gracias a ellos he vendido más”? Pues a nadie, claro.

Supongamos que, en vez de inventar un combustible más barato, X inventa un coche solar. La nueva competencia hace que mis coches sean impopulares, y mis ventas del 2007 bajan a 500 coches. ¿Tengo derecho a demandar a X por hacer que mis ventas bajen? Pues no, claro.

Si acciones de terceros negocios afectan favorable o desfavorablemente al mío, lo tengo que tomar como imponderables del mercado, y adaptarme al cambio sin rabietas y sin pataletas. Pero parece que la SGAE no ha entendido esto: en un mercado justo y libre, NADIE COBRA POR BENEFICIOS INDIRECTOS A TERCEROS.

Es más, tampoco es tan claro que la música beneficie la venta de soportes digitales, pero no al revés, ni en qué medida se dan estos beneficios mutuos, o en qué medida afecta la música a la venta de soportes digitales, comparada con otros factores. Legislar el cobro de un canon indiscriminado en estas circunstancias es irresponsable, y nuestros políticos deberían ser conscientes de ello.

Alguien podría alegar que en el ejemplo de coches y gasolina barata, el vendedor de gasolina también se beneficia de la venta de coches (así que el beneficio es mutuo), pero con la música “pirateada” no pasa eso: la música beneficia la venta de soportes digitales, pero no al revés. Pues bien, esto es otra mentira. Yo planteo la pregunta: ¿acaso se vendería tanta música (CDs originales) si los usuarios no tuvieran un medio barato y fiable para hacer copias? ¿Acaso la música en CDs habría ganado tanta popularidad si no pudiera uno pasarla a MP3 u OGG en su ordenador, o a un reproductor portátil? Recordemos cómo MS-DOS se hizo tan popular en su momento gracias a que se podía “piratear”. Sí, señores, sí, gracias a que eran bien sencillo de copiar.

Hay una corriente de usuarios descontentos (entre los que me encuentro), que reduce su compra de CDs por desprecio a unas discográficas mafiosas, a un canon injusto, a unos artistas mezquinos y ruines, y a “protecciones” anticopia y DRMs abusivos. Leed, por ejemplo mi carta a Bebe.

Está claro que la venta de música se ve perjudicada por esas medidas, pero cada cliente descontento que pierden por sus abusos, ellos lo atribuyen a las redes p2p y al “pirateo”. Por otro lado, cada CD que en mi grupo de investigación utilizamos para hacer una copia de seguridad, se lo apropian como si lo usáramos para grabar a Bisbal. ¡Menuda jeta!

Cada día me tienen más harto estos ladrones.

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