Sobre González-Sinde sobre las descargas de Internet

Como siempre, estoy al límite de la novedad, comentando noticias que tienen casi un mes de antigüedad. En fin.

El caso es que quería comentar algunas perlas de la ignorante ministra esta, González-Sinde. De las muchas estupideces cosas que ha dicho, me referiré concretamente a las recogidas en esta noticia en El País.

Vayamos por partes:

La ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, ha señalado que que no hay que generalizar y acusar a todos los internautas de hacer descargas ilegales […]

¡Y dale con “descagas ilegales”! A ver cuando nos enteramos de que bajar de Internet material con copyright NO ES ILEGAL en España, cuando se hace sin ánimo de lucro. Y en caso de que ese material se redistribuya comercialmente, el delito está en el lucro con dicha redistribución, no en la descarga en sí. La legislación española defiende los derechos de los ciudadanos (como debe), y no permite que unos pocos controlen lo que podemos acceder con interés no comercial.

González-Sinde, en declaraciones a RNE, […] s eha[sic] mostrado partidaria de la última propuesta de la Coalición de Creadores, que representa la industria cultural, de perseguir las páginas webs de enlaces en lugar de a los usuarios.

¿”Coalición de Creadores”? ¿”industria cultural”? ¿A nadie se le revuelve el estómago con tales conceptos?

En cuanto a lo de perseguir páginas de enlaces, en vez de a usuarios, es de traca. Todos sabemos que los periódicos, por poner un ejemplo, sacan una parte substancial de sus ingresos de los anuncios de servicios de prostitución ténuemente encubierta, y sin embargo el Gobierno no se pronuncia sobre ello. No oigo a nadie decir que si la prostitución es ilegal, también lo deben ser los anuncios de ella. Sin embargo con las descargas el caso es al revés: son legales (léase la Ley, ministra), pero sí se quiere perseguir no su ejecución, sino su facilitación mediante anuncios e información. ¿Cuál puede ser la diferencia? La de siempre: el dinero. Mientras los anuncios de negocios que explotan la libertad sexual de mujeres engrosan las arcas de ciertos empresarios, las descargas que hacen accesible recursos culturales y de ocio a millones de ciudadanos merman las arcas de ciertos otros empresarios. Ante esto me pregunto, ¿por qué el beneficio o perjuicio económico de ciertos empresarios puede afectar las decisiones de un Gobierno, que como tal se debe a los ciudadanos y a la aplicación de la Ley y la Justicia? También uno se pregunta por qué ganar dinero anula la injusticia de la prostitución; y a la inversa, por qué perderlo anula los beneficios sociales de una cultura, un conocimiento y un ocio más accesibles. Es decir, el dinero es la medida moral de si algo es bueno o malo, ¿no?

“[…] es importante aplicar las leyes que ya tenemos y cerrar esas 200 páginas que se lucran poniendo a disposición material audiovisual que han conseguido ilícitamente”

No sé a qué páginas se refiere. ¿Quizá se refiere a páginas que extraen música de CDs comerciales y las venden on-line como si fuera suya? Si es así, aplaudo la decisión. Es inaceptable que haya gente lucrándose del esfuerzo y el arte de los artistas.

Ahora bien, aparte de las discográficas, no conozco de sitios que hagan eso. Sí que hay sitios que hacen accesible material con copyright mediante tecnologías p2p, pero todos los casos que conozco son gratuitos. Los usuarios suben el material que desean compartir, y otros lo bajan, sin más beneficio que el quid pro quo.

Ha matizado que el problema de la música en Internet es el poco peso de las canciones y su rapidez para copiarlas.

Esta es la perla que ha desatado mi indignación, el detonante de este post.

Primero, es falso, ya que cuando la velocidad de las redes era inferior la gente también compartía ficheros. No existe un tamaño de canciones tan grande, o una línea tan lenta (dentro de límites razonables), que la gente elija no bajar música o películas.

Pero, en segundo lugar, es un razonamiento increíblemente perverso, y más aún viniendo de una ministra de Cultura. El que archivos de contenido audiovisual sea susceptible de compresión manteniendo la calidad es un avance tecnológico de tremendo valor. Nos permite almacenar más en menor espacio, permite hacer más copias de seguridad en empresas que trabajen con ello, permite su transmisión más rápida y eficiente, permite streaming de vídeo en tiempo real sobre canales que por su lentitud no lo permitirían de otra manera… En cuanto a la velocidad de las redes de comunicación, es otro avance más importante todavía. Permite la comunicación en tiempo real entre dos puntos cualquiera del globo, permite la colaboración internacional (por ejemplo en ciencia), permite la transmisión y réplica de información vital en tiempo razonable, permite las copias de seguridad remota en tiempo razonable, permite que grabe un vídeo de mi hijo jugando con un sonajero, y se lo haga llegar a sus abuelos antes de que el niño vaya a la universidad se haga futbolista.

Lo que esta tiparraca insinúa es que la tecnología nos permite hacer cosas maravillosas, y por ello es mala. Está predicando un oscurantismo encubierto.

Para la ministra, las críticas que le hacen por esa regulación demuestra “lo virulento o apasionado de esas reacciones demuestra que es un tema importante en la vida de la gente. La red ha cambiado la manera de participar en sociedad”.

No señora. Las criticas indican lo que toda crítica indica: que la gente no está de acuerdo con usted. La gente no “reacciona apasionadamente” simplemente. La gente se indigna con usted y con sus declaraciones. Así de simple.

En el caso concreto de la piratería musical, ha subrayado que “me preocupan mucho los efectos colaterales [de] que no se recupere la inversión cuando inviertes en cultura que se puede copiar”.

El argumento de siempre: la cultura se muere, porque al ser gratis acceder a ella, nadie querrá producirla.

Los defensores de tal despropósito cometen la falacia de dar por sentado que vender trozos de plástico con canciones dentro es la única manera de obtener beneficios de la producción musical. Al igual que las radios nos dan el coñazo con lo último del Loco del Canto, Bisbal y demás para “promocionarlos” y que luego la gente compre más discos y vaya más a conciertos, sigue siendo válido decir que el distribuir la música por Internet hace más visibles a muchos artistas (claro que no necesariamente a los que las mafias discográficas quieren) y les permite obtener ganancias de conciertos a los que no iría nadie si no se hubieran bajado su música de internet. No veo a nadie quejarse de que emitir música gratis por la radio puede dañar la venta de discos. Al fin y al cabo, si puedo oir la canción por la radio (y hasta puedo grabarla de la misma, si quiero), ¿para qué iba a comprarme el CD? Al contrario, las discográficas se dejan una pasta gansa en untar a las radios para que emitan lo que ellas (las discográficas) quieren que la gente oiga.

Pero incluso aunque las descargas bajen ventas de discos y los artistas reciban menos beneficios. Aunque los artistas en ciernes desistan de dedicarse a ese mundo por no tener aliciente económico (otra falacia, suponer que la única motivación para producir cultura es la económica). Aunque la producción de Cultura se resintiese por las descargas… Eso no justifica el daño causado a la ciudadanía por medidas injustamente restrictivas.

Denostando e intentando impedir las descargas de material con copyright se está haciendo un daño enorme a la sociedad. Para empezar, se está intentando mantener un modelo de negocio obsoleto, lo cual en una sociedad capitalista es inaceptable. La venta de soportes físicos para material audiovisual no es un fin en sí mismo, sino un medio para poder hacer llegar el producto a los consumidores de la manera más eficiente posible. No puede hacerse que un grupo toque para un cliente cada vez que el cliente desee, pero sí puede grabarse en un medio físico, y que luego el cliente use ese medio para reproducir la música. Como la producción y distribución de estos medios físicos cuesta dinero, es lógico cobrar por ello, como por cualquier bien (el medio físico) o servicio (la distribución). Pero observemos que se cobra por la producción y transporte del medio físico. En cuanto haya otros medios de eliminar la brecha entre músico y su audiencia, los medios físicos (CDs, etc) quedarán obsoletos, y el pago por ellos será insostenible. Ese punto ya ha llegado.

El segundo daño a la sociedad es de un ámbito moral. Se nos dice que “no se puede tener todo gratis” (yo me sigo preguntando ¿por qué no? ¿No es eso el objetivo de toda sociedad, que sus ciudadanos estén satisfechos sin tener que “pagar” por ello? ¿Es que la vida tiene que ser un “valle de lágrimas” por narices?), pero además se nos dice que “compartir está mal”. Este es un mesaje nefasto. Compartir es lo que hace, por ejemplo, que la Wikipedia sea lo que es. Compartir es lo que hace posible que haya gente que pueda ver series extranjeras subtituladas en el idioma propio por terceros desinteresados. Lo bueno del p2p y la Web 2.0 es que el material que consumimos mejora (y muchas veces se crea) con la aportación desinteresada de otros. A cambio, yo soy ese “otro desinteresado” para ellos, aportando mi ancho de banda y espacio en disco duro para que puedan ver una peli que yo ya he visto. O perdiendo mi tiempo para corregir un artículo en la Wikipedia, o comentar algo en un blog y aportar algo a su autor, o contestar a alguna pregunta en un foro sobre un tema que domino. Desde mi punto de vista, es una pena que en el mundo no funcione todo así. Que no podamos aportar desinteresadamente aquello que sabemos y podemos hacer, y beneficiarnos de la misma aportación de otros. Y para un reducto en que sí se puede, ¿nos lo quieren quitar? ¿Quieren criminalizar el ser buen vecino?

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