Los piratas también comen

Ya me perdonaréis que escriba dos posts seguidos sobre el mismo tema. Además en castellano, cuando procuro que el lenguaje del blog sea el inglés, simplemente por mayor alcance entre los lectores potenciales. La verdad es que muchos “artículos de opinión” me salen más naturalmente en el idioma de Cervantes, y además en este caso voy a responder a una columna publicada en una revista en castellano.

El caso es que ojeando el suplemento Mujer Hoy del periódico, concretamente el ejemplar de la primera semana de 2010, me encontré con un artículo de Julia Navarro titulado “Los escritores también comen“. En él, la señora Navarro hace una apología de la remuneración “justa” de los autores (concretamente escritores), y critica (por supuesto) la distribución de contenidos por medio de redes [[es:peer-to-peer|p2p]]. Como en el artículo se hacen una serie de argumentaciones falaces, y como los comentarios en la propia página hoymujer.com me parecen un lugar exiguo para comentarlas todas, he decidido hacerlo aquí. Si lo considero apropiado, le haré llegar un link a este post mediante un comentario en hoymujer.com (no es que piense que lo vaya a leer, pero bueno).

La señora Navarro comienza exponiendo su postura:

Perdonen que vuelva sobre el asunto, pero el debate está en la sociedad porque a muchos no les entra en la cabeza que “piratear” el trabajo ajeno debe ser delito y se han puesto de uñas ante la nueva legislación que cortará el acceso a internet a quienes se descarguen contenidos sin previo pago. Y no se me ocurre mejor manera que explicarles cómo se escribe una novela o cómo las escribo yo.

Tras esto, explica en dos párrafos el proceso creativo de un libro, y argumenta que tras cada obra hay un ser humano que ha trabajado para parirla y merece una remuneración.

Empecemos por la propia introducción: la Sra. Navarro confunde las modificaciones legislativas que el PSOE quiere hacer (¿o a hecho ya?) sobre el cierre de páginas web “piratas” por parte de una comisión gubernamental, y no jueces independientes, con la [[es:Ley Hadopi|Ley Hadopi]] de Sarkozy, que versa sobre el corte de la conexión a internet a usuarios “piratas”. No la culpo, porque en este circo mediático yo también confundo a veces de qué se está hablando. En todo caso, las críticas a la nueva legislación a la que quiere aludir la señora Navarro no tienen que ver con la “justicia” de cerrar o no páginas web, ni con si queremos “piratear” sin cortapisas, y evitar “previos pagos”. A ver si se entera ud., Sra. Navarro, que la ley lo que pretende es obviar las garantías de defensa justa de los acusados. Ya existe una legislación que contempla el cierre de cualquier sitio web que vulnere la ley, mediante decisión judicial (de manera cautelar si hiciera falta, es decir, antes de un juicio), y acompañada de juicio. Pero todos los juicios que en España se han celebrado en este sentido, han sido ganados por la defensa. Es decir, que el juez siempre ha negado la razón a la SGAE y a sus colegas (de ud.) autores acusadores. Lo que pretende la nueva ley es que, dado que un juicio justo no da la razón a quien interesa a la SGAE, digo al gobierno, sea una “comisión” (dependiente de la SGAE, digo, del gobierno) la que decida los cierres, cortocircuitando la via judicial (ya sabe ud., la separación de poderes que dice la Constitución, que es un libro también).

Sigamos por el desarrollo. Argumenta la Sra. Navarro que, dado que escribir (“crear”, como dicen los pretenciosos artistas), cuesta un esfuerzo, los artistas merecen una retribución:

Imagino que lo mismo les sucede a quienes escriben una canción, un guión o una serie de televisión. O a quienes ponen voz a esa canción o interpretan un libreto. Ese esfuerzo para crear no es mayor ni menor que ejercer la abogacía o limpiar la vía pública. Cada trabajo tiene detrás a un ser humano que merece recibir una retribución.

Esto, Sra. Navarro, es simple y llanamente falso, y dejar una pluma en manos de alguien que no lo sepa podría ser considerado imprudencia temeraria. Como ud. bien sabe, en un mercado libre capitalista (que es el que me dicen que nos rige en España, y creo que a ud. también), el precio de los bienes no está marcado por lo que cueste el producirlos, sino por lo que el comprador está dispuesto a pagar. Por poner un ejemplo absurdo, a un insomne puede costarle tanto dormir como a ud. escribir un libro, pero ello no significa que el insomne “merezca” una retribución por sus esfuerzos. Es más, y hablando de ejemplos, yo voy a seguir el suyo y le voy a hablar de mi vida como “pirata”, que diría ud.

Todo empieza con una crítica, una noticia, un anuncio… Digamos que un amigo me dice que cierta serie de TV es muy buena. La busco en una red p2p, y la encuentro. Mi conexión es muy lenta, así que tengo que ser selectivo con lo que bajo, porque tarda mucho. La pongo a bajar, y tras semanas, la tengo entera. Bien, esto es el primer paso, pero no siempre el último. Hete aquí que me la he bajado en inglés, porque prefiero las versiones originales, y porque hay más gente angloparlante compartiendo ficheros. Mi dominio del inglés es bastante aceptable, pero unos subtítulos vendrían bien. Me pongo a buscar subtítulos (para cada uno de los 25 capítulos de cada una de las 5 o 10 temporadas de la serie), y a seleccionar entre los que encuentro (no todos están igual de bien). Ahora tengo un problema: la sincronización no es perfecta. Los subtítulos salen 2 segundos antes que los actores hablen. Bueno, me hago un programilla que toma un fichero de subtítulos y lo adelanta o atrasa un tiempo arbitrario. Por amor al arte. Cuando lo termino, veo que atrasar 2 segundos los subtítulos no es suficiente, porque además lo que en el subtítulo son 10 segundos, en el vídeo son 10.5 segundos (la velocidad de reproducción no es idéntica). Bueno, modifico mi programa para permitir también “estirar” o “encoger” el subtítulo, y lo uso para adecuar el subtítulo al vídeo. Tras innumerables pruebas, veo que atrasando 2.3 segundos y estirando por un factor 1.0525 los subtítulos, estos encajan. Ya terminé el capítulo 1 de la temporada 1. Cuando pruebo el capítulo 2 veo que esos mismos factores de atraso y estiramiento no me valen. Resulta que para el segundo tengo que adelantarlos 1.1 segundos, y estirarlos un factor 1.063. Y suma y sigue.

Tras sudar un poquito subtitulando 250 capítulos (con un programa que yo mismo programé), pienso que, ya puestos, puedo recodificar el poco optimizado vídeo en [[es:DivX|DivX]] a [[es:x264|x264]], que permite mantener la calidad de imágen con un tamaño menor de fichero. Además, decido cambiar el contenedor de [[es:AVI|AVI]] a MKV ([[es:Matroska|Matroska]]), porque este último permite añadir varias pistas de audio, o varios subtítulos diferentes, todo en un mismo fichero. ¡Incluso el mismo video ocupa hasta un 5% menos en MKV que en AVI, sin variar el codec! Pero recodificar un video no es cosa de 5 minutos. Intel me agradece que me gastara dinerito en un procesador capaz, entre otras cosas, de recodificar video a una velocidad aceptable. La compañía eléctrica me agradece el gasto que mi ordenador hace cuando recodifico esos vídeos durante decenas de horas. Y nadie me agradece el tiempo que he gastado aprendiendo sobre codecs y vídeos y leches, para llegar a la conclusión de que vídeos x264 en contenedores MKV son buena opción.

Tras subtitular y recodificar los vídeos, veo que los nombres de los mismos son desafortunados. Contienen espacios, comas y signos de interrogación o exclamación, cosa desaconsejable en un nombre de fichero. Además no incluyen los nombres de los capítulos, sólo los números. Bueno, pues me hago un viaje a la Wikipedia, y busco los títulos de esos capítulos, y gasto un tiempo renombrando todos los ficheros.

Ahora que tengo los capítulos de esa serie que me gusta en un formato compacto, de buena calidad de imagen pero poco tamaño, con los subtítulos sincronizados y con nombres más cómodos y sensatos, ¿qué hago? Pues decido ser buen vecino, y compartir el resultado de mi trabajo. Lo cuelgo en la red p2p donde lo obtuve en primer lugar, anunciando que es una versión “mejor” (perdón por la soberbia) de la otra (la que yo bajé). Claro que, dado que mi conexión es asimétrica (como todas en España) tardo en subirla más de el doble de lo que tardé en bajarla. Dado que mi conexión es lenta, eso supone semanas o meses. Pero lo hago, por amor al arte.

Y tras este esfuerzo, que lo es, y tras hacerlo todo por amor al arte, porque la serie me gusta y quiero compartirla, y porque mis buenos sentimientos hacia otros usuarios de p2p me llevan a devolver el bien que ellos me hacen cuando ellos comparten lo que tienen conmigo… tras todo eso, ¿recibo una recompensa? ¿Recibo una “justa retribución”? Pues no, lo único que recibo de gente como ud. es insultos, llamándome “ladrón”. Incluso mi gobierno, en vez de loar mi actitud de defensa de la calidad de la cultura (me he esforzado por mejorar la experiencia de quien disfruta de esa serie) de manera desinteresada, me criminaliza. Me amenazan con cortarme la conexión, como en Francia. Me dicen que quiero todo “gratis total”. Por favor, reflexione dos veces antes de volver a insultarme.

Como broche final, pasemos a la postdata:

Sólo les pido a los piratas que piensen por un momento en qué sucedería si los demás consideráramos que su “trabajo”, el que hagan, debe de ser gratis total. Seguro que no les gustaría. ¿A qué no? Pues a quienes escriben, cantan, interpretan y crean tampoco nos gusta.

Esta argumentación es trístemente ubícua; la usan mucho. El problema es que es tan torticera que merece no una, sino 3 respuestas:

1) Si por “piratas” se refiere a usuarios de p2p como yo, la redirijo a los párrafos de más arriba y le contesto que mi “trabajo” ya es “gratis total”, ¿no lo ve? Mi trabajo como “pirata” consiste en distribuir contenidos y mejorarlos con un esfuerzo que nadie agradece, excepto de la manera que yo más aprecio: haciendo ellos también ese trabajo con otra serie, película o canción, y haciendo que yo lo pueda bajar. Quid pro quo, que diría el Dr. Lecter. Y sí, no solo me gusta, ¡me encanta! Es maravilloso no cobrar por un trabajo, si ello implica que los demás tampoco cobran por el suyo. Crea un ambiente de buen rollo que debería ud. probar alguna vez.

2) Obtener contenidos de redes p2p no es “gratis total”. Pagamos unos precios abusivos por las conexiones a internet, que son la vergüenza de Europa en cuanto a velocidad y precio. Pagamos por los equipos informáticos, por los routers y modems de conexión, y por los medios de almacenamiento de lo que bajamos. Todo eso cuesta dinero. Pero es más, ¡incluso nos hacen uds. pagar un canon! Pagamos por un porcentaje extra por impresoras, CDs, DVDs, discos duros, tarjetas de memoria para cámaras… ¡todo! Y lo pagamos todos, “pirateemos” o no. En mi grupo de investigación de la Universidad del País Vasco yo hacía las pequeñas compras, como CDs o DVDs, y aunque este material nunca vió una canción de Bisbal ni un libro de ud., aunque en ellos solo guardabamos información relativa a nuestra labor investigadora, ello no impedía pagar hasta un tercio del precio final en concepto de “canon”.

3) Ud. no quiere cobrar por su trabajo. A ud. le lleva meses escribir un libro, pero no quiere cobrar un salario durante esos meses. Quiere cobrarlo de por vida. Y no en concepto de “esfuerzo para escribir” sino en concepto de “derecho para usar”. Le voy a poner yo a ud. una situación inversa a la que ud. propone: le pido que piense por un momento que el médico que le salvó a ud. la vida con 15 años al extirparle el apéndice le pide durante el resto de su vida (de ud.) un pago diario por poder seguir respirando. Al fin y al cabo, sin su actuación, ud. estaría muerta. Y al taxista que la llevó a su última entrevista de trabajo, ¿le pagó solo la carrera? ¿O le paga una fracción de su salario todos los meses, porque le debe a él el haber sido contratada? ¿Paga al fontanero que arregló su fregadera por cada día que su cocina no se innunda? ¿O le pagó solo por mano de obra y piezas?

3bis) Si ud. quiere negarse a escribir un libro hasta que alguien le pague 1000 o 2000 euros al mes mientras lo escribe, está en su derecho. Nadie la puede obligar a trabajar “gratis”. Lo que ud. no puede hacer es impedir que terceros hagan copias y compartan dicha obra una vez publicada, simplemente porque eso no le reporta a ud. beneficios. Comprenda que el p2p no compite con el creador, sino con el distribuidor. El e-mail ha hecho que Correos tenga mucho menos trabajo. Es más eficiente usar un medio electrónico para hacer llegar un mensaje, que escribirlo en un medio físico y pagar a alguien para que lo transporte. La Wikipedia ha hecho que las ventas de enciclopedias tradicionales bajen. Es mucho más eficiente buscar algo en un medio electrónico que en uno físico. La Wikipedia no cuesta un dineral, no ocupa un espacio vital, y está mucho más actualizada. Al igual que las cartas físicas con el e-mail, es razonable pensar que las copias físicas de obras culturales (CDs, libros) podrían desaparecer (o palidecer) ante la distribución electrónica (p2p). ¿Apoyaría ud. que el gobierno legisle en contra de usar el e-mail, con la excusa de que Correos pierde dinero? ¿O detrás de Correos no hay seres humanos que merecen retribución? Reflexiónelo, por favor.

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El p2p no es robar, es compartir

Mucho se habla sobre la legitimidad de compartir material audiovisual en redes [[es:peer-to-peer|p2p]], sobre todo en el caso de materiales cubiertos por [[es:copyright|copyright]]. Las discusiones se centran principalmente en dos cuestiones: la legalidad de dicha práctica, y el efecto económico sobre un mercado (venta de copias físicas) que muchos vemos como obsoleto. Básicamente las preguntas son: ¿El Estado lo permite ahora y/o debe permitirlo en el futuro? y ¿Quién pierde y cuánto, quién gana, y cuanto?

Me gustaría añadir un ángulo diferente (aunque indudablemente tratado también por otros extensamente), y es la moralidad. Muchos pensarán que este debate está superado, porque aunque legalmente se permita el p2p, nadie en su sano juicio puede pensar que obtener algo “gratis total”, privando de ingresos al creador, es “moralmente bueno”. Nada más lejos de la realidad. Si releemos esa frase, y el párrafo anterior, vemos que ese juicio supuestamente moral está realmente basado en legalidad y/o economía, temas que deben tratarse separadamente, aunque todo esté más o menos unido. Yo me refiero a un análisis más ideológico.

Primero podríamos empezar por acotar qué es “robar”. Si nos preguntan qué es robar, la primera respuesta sería: quitar algo a alguien. Esta definición es muy buena, porque resume muy bien el problema. Quitar implica que se hace sin consentimiento, y, sobre todo, que el legítimo dueño lo pierde. Si alguien te quita una manzana, te quedas sin ella. Si alguien escucha tu idea y la aplica, no te quedas sin ella. Puede aplicarse el verbo “copiar”, pero nunca “robar”. La única manera de robar una idea es que te laven el cerebro para que dejes de tenerla, contra tu voluntad. De esto podría acusarse a emisoras de radio emitiendo machaconamente los últimos singles de ciertos cantantes, pero nunca a usuarios de p2p.

Entonces, si el usuario de p2p no tiene como objetivo robar (quitar) , ¿cuál es su objetivo? Dos cosas, de las cuales la primera es obvia: obtener. Pero la segunda es igualmente importante: compartir (dar). Las redes p2p no funcionarían si sus usuarios no dieran, además de recibir. Además, nadie roba, ya que por mucho que un usuario dé a los demás, no pierde nada de lo que ya tiene. Esto, que es un detalle técnico obvio, es de vital importancia moral. Compartir es algo que requiere cierto esfuerzo, por pequeño que sea. Aunque paguemos una conexión a Internet con el objetivo de obtener del p2p (no de dar), pagar la conexión no es el único coste. Mucha gente deja encendido el ordenador más tiempo del necesario para bajar (obtener) lo que desea, porque quieren subir (dar) a otros. Los ficheros, una vez bajados, ocupan espacio en el disco duro. Sería más cómodo borrarlos nada más bajarlos y verlos, pero mucha gente los sigue sirviendo (dando) aún cuando esto no les aporte beneficios directos. Otro ejemplo más: las conexiones a Internet (al menos en España) son muy asiméticas: permiten bajar información a nuestro ordenador muy rápidamente, pero subir información de nuestro ordenador a otros es comparativamente muy lento. Todos los usuarios de p2p que conozco lamentan este hecho, cuando si su objetivo es simplemente obtener (bajar) y no dar (subir), la asimetría debería serles indiferente. Es más, pensemos en la génesis de un archivo p2p. Un CD de Metallica que acabe en [[es:BitTorrent (protocolo)|BitTorrent]] no empieza su vida allí como un bien que la gente quiere bajar para ahorrarse el comprarlo. Como el lector encontrará obvio, el primer paso, que precede a lo anterior, es subir el CD por primera vez a la red p2p. Alguien compra su CD de Metallica en su tienda de siempre, y al llegar a casa decide compartirlo. Como tiene un bien que le ha producido beneficio (le gusta Metallica) a cambio de una contraprestación (dinero), y como ve que puede repartir ese beneficio a una comunidad amplia (usuarios de p2p) sin perder el bien original (copiar, no robar), se toma su tiempo para subirlo a la red y que todos puedan bajarlo sin pasar por el esfuerzo económico que él tuvo que pasar.

Claro, podría alguien decirme, dar a los demás no produce beneficios directos, pero eso no quiere decir que el usuario de p2p que sube contenidos lo haga desinteresadamente. En primer lugar, los usuarios que no suben nada tienden a recibir menos conexiones de otros usuarios (si yo tengo el capítulo 1 de una serie, y tú el 2, y tú no me das nada del que tienes, probablemente yo no te daré nada del que tengo. Esto lo controla el programa de p2p automáticamente). Además, globalmente es deseable que todo el mundo suba contenidos con fluidez, para que todo el mundo los baje con fluidez. O sea, ¡que no son Hermanitas de la Caridad! (Bueno, las Hermanitas de la Caridad son buenas porque creen en un dios que las condenará al Infierno por toda la eternidad si son malas, o al menos que las premiará más cuanto mejores sean, así que el desinterés es un concepto muy relativo). Precisamente aquí es donde entra la moralidad. El universo p2p es uno en el que el usuario aprende que compartir puede ser beneficioso para todos, el “win-win” que dicen los americanos. Aprende que si te has bajado algo de la comunidad (otras decenas de usuarios que tenían el fichero y lo compartieron contigo), es justo y deseable que tú hagas lo mismo con otros, porque probablemente otros también lo desean. Desde la experiencia personal digo que alguna vez me he bajado algo que he visto mejorable (por ejemplo los subtítulos estaban mal, los nombres de los ficheros estaban incompletos o alfabéticamente desordenados, una peli incluye anuncios…) y he dedicado un tiempo a corregirlo, no solo para mí (que si así fuera, probablemente no valdría la pena el esfuerzo), sino para luego subirlo de nuevo corregido, con la intención de que la gente se baje la versión “buena”. ¿Por qué? Pues porque me sabe mal que todo el mundo tenga que pasar por el mismo trabajo de arreglar el vídeo o lo que sea, si yo con un mínimo esfuerzo (a veces no tan mínimo) puedo solucionarlo para todos. Al fin y al cabo, me gustaría que los demás lo hicieran por mí.

Para mí, este aspecto de que “compartir es bueno”, es una baza moral enorme del p2p. Tras siglos de “tanto tienes, tanto vales”, de “gana dinero, sea como sea” y “si la gente desea lo que tienes, haz que paguen por ello”, y viendo a donde nos ha llevado moralmente, no puedo por menos que alegrarme de ver llegar una tecnología que permite una compartición desinteresada (o interesada porque si yo soy bueno, todo el mundo es bueno, y deseo eso) de bienes. El p2p es un soplo de aire fresco en el panorama de modelos de crear bienestar: gente que hace que otros obtengan bienestar dentro de un esquema en el que ellos también obtienen ese bienestar. Colaboración real, esto es lo que promueve el p2p. ¿No sería genial que esta ideología trascendiese a todos los ámbitos sociales? Y todo esto lo quieren eliminar, para seguir metiéndonos en la cabeza la idea de que si tienes algo que otros quieren, aunque no te cueste nada compartirlo, no debes hacerlo gratis. Que dar sin exigir es malo. En el ejemplo del CD de Metallica de dos párrafos más arriba, quieren convencer al usuario que se compró el CD y lo subió de que si él tuvo que pagar, que paguen todos. Que su generosidad al compartirlo es mala. ¡Que está robando! Y quieren envenenar así la moralidad colectiva de la ciudadanía con la triste excusa de ganar más dinero. No os dejéis convencer, por favor.

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Ágora y lo que se perdió en Alejandría

Este fin de semana he visto la película [[es:Ágora (película)|Ágora]], de Alejandro Amenábar, y me ha gustado mucho. No voy a comentar aquí sobre los interesantes temas que trata la película, como son el fundamentalismo religioso, las luchas de poder, el declive del Imperio Romano, la astronomía y la ciencia opuestas a la fe y la ignorancia… Todo esto seguro que es tratado en otros sitios mejor de lo que yo lo haría.

Lo que yo quiero comentar es una simple reflexión que me sobrevino mientras veía la película. Para entrar en antecedentes, explicaré brevemente el contexto de la película. Esta está ambientada en [[es:Alejandría|Alejandría]], en el año 391 y posteriores. El hecho histórico concreto que quiero reseñar es la destrucción en 391 del Serapeum de la [[es:Biblioteca de Alejandría|Biblioteca]] por [[es:Teófilo de Alejandría|Teófilo de Alejandría]], el (¿cómo no?) Patriarca de la Iglesia Cristiana en Alejandría, bajo decreto del (¿cómo no?) Emperador cristiano [[es:Teodosio I el Grande|Teodosio I]]. Esta es una de las cuatro destrucciones parciales o totales que dicha Biblioteca ha sufrido en la historia, todas ellas consideradas enormes pérdidas culturales (a mano del fanatismo y la ignorancia, y a veces de los accidentes, como el incendio de Julio César).

Mi reflexión es púramente pragmática, y se resume en una pregunta: ¿por qué se perdió una gran cantidad de obras culturales de valor incalculable en ese y los otros ataques la Biblioteca? La respuesta podría ser que los culpables son los cristianos, o la ignorancia, el fanatismo, el odio… Hay muchas posibles respuestas, pero no son la que busco. La respuesta que busco es tan sencilla como la pregunta: se perdió una cantidad de cultura de valor incalculable porque no se habían hecho copias. Es indudable que los manuscritos originales de grandes autores tienen un gran valor, y son irreemplazables. Pero al menos el contenido de dichas obras puede perdurar si es multiplicado y repartido. Está claro a donde voy: que es la concentración y racionamiento de la cultura lo que la mata, el intentar controlar y limitar su distribución, no compartirla libremente. Si miro al panorama actual, no son los usuarios de p2p los que identifico con los cristianos que asaltaron el serapeum de la Biblioteca. Más bien estos serían los ministerios de “cultura” y SGAEs del mundo. Aquellos (los usuarios de p2p) los identificaría, en todo caso, con los paganos que intentaron salvar la mayor cantidad de libros del fuego “purificador” de los doctores de lo “correcto” personificado por Teófilo y sus fanáticas huestes.

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