Fito en el velódromo
Anoche ese enorme intérprete que se llama Fito Cabrales tocó con su grupo Fitipaldis en el Velódromo de Anoeta, y el que suscribe estuvo presente.
Se pegó dos horas y media derrochando ritmo y buen rollo, con un público que se sabÃa todas las canciones. Dió, como acostumbra, un recital de mezcolanza de estilos, con mucho rock & roll, pero también blues, rumba, jazz y hasta un par de puntos flamencos.
Se atrevió a “destrozar” una canción de Barricada (Callejón sin salida), transformando una canción suburbana, oscura y rockera, con tintes punk (de las que hicieron a Barricada lo que eran), en una especie de rumba que, dicho sea en justicia, sonaba genial. Ya antes habÃa (en discografÃa) hecho versiones muy sui generis de Quiero beber hasta perder el control de Los Secretos y Deltoya, de sus compadres Extremoduro. Quien conozca originales y versiones estará de acuerdo en que son versiones transgresoras, porque transformar la canción de Los Secretos que más comas etÃlicos y depresiones por desamor ha causado en los 80 en un ritmo alegre que te hace mover los pies sin querer es transgresor, no lo neguemos. Y, sin embargo, son versiones que aportan muchÃsimo a las múltiples dimensiones que pueden tener los temas musicales. No es fácil que a mà me gusten versiones tanto como los originales, y en este caso es cierto (“casi”, porque Los Secretos, Barricada y Extremoduro son mucho grupo, y los originales son muy buenos).
Fue un concierto que no nos defraudó, con el público entregado (aunque podÃa haberlo estado más) y letras y ritmos que nos llenaron de alegrÃa, tristeza y todo lo contrario. Sucesivamente y a veces todo junto.
El tÃo se lo montó bien, y en consonancia bien le salió. Antes de empezar, por ejemplo, nos pusieron una animación (tipo Flash) con una simpática presentación de Fito y su grupo, siguiendo un tema marino, en el que cada persona era un pez (vale, uno era un pulpo, que son cefalópodos… luego me acusan de pedante).
¿Se puede decir “cojonudo” en un blog? Pues eso: cojonudo.